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    Hepatitis, qué es, tipos y prevención

    2023-07-28 Centro Medico Siglo 21

     

    ¿Qué es la hepatitis?

    La hepatitis es una enfermedad que produce una inflamación en el hígado, producto

    de la presencia de un virus.

     

    Tipos de hepatitis

     

    Existen cinco cepas principales del virus de la hepatitis: A, B, C, D y E. Se distinguen por aspectos principales, fundamentalmente en como se transmite, la gravedad de la enfermedad, su distribución geográfica y las estrategias de prevención. Las más frecuentes y con más presencia son la A, B y C.

     

    Hepatitis A

    La Hepatitis del tipo A es considerada la menos grave de las tres, ya que es la única que tiene cura. Se trata de una enfermedad que se presenta de forma aguda y que si no es bien tratada puede llegar a producir una falla hepática, sin embargo, es posible mejorar y regenerar el hígado.

     

    La especialista explica que es una patología que se presenta por contaminación por fecas, es decir, el contagio se realiza por alimentos mal lavados o aguas servidas.

     

    Este virus surge principalmente en niños y se puede detectar a través de síntomas como fiebre, náuseas y coloración amarilla de la piel.

     

    Existe una vacuna para prevenir la transmisión de hepatitis A y ésta es colocada esencialmente en niños, pero asegura que es recomendable que también se la pongan personas de riesgo, como familiares, personas con enfermedades inmunosupresoras, bajas defensas o quienes vayan a viajar a lugares en que hay muchos casos de brote.

     

    En caso de contagio, hay que esperar que la persona se mejore con cuidados generales y medidas dietéticas, según los expertos.

     

     

    Hepatitis B y C

    Las hepatitis B y la C, son las más peligrosas, ya que ambas llegan a convertirse en enfermedades crónicas que pueden traer una serie de complicaciones al paciente. Su contagio se realiza principalmente a través transmisión sanguínea o por vía sexual.

     

    En su etapa inicial, estos tipos de hepatitis son catalogadas como agudas. En el caso de la hepatitis B, los síntomas son los mismos que en la hepatitis A, mientras que la hepatitis C, se caracteriza por ser más bien asintomática (no presenta síntomas).

     

    Una vez que la enfermedad comienza a avanzar, los médicos la clasifican como crónica, lo que puede traer una serie de complicaciones como cirrosis hepática e incluso, en casos más extremos, cáncer de hígado. Cuando la hepatitis es crónica, los síntomas son los mismos para el tipo B y C, y estos conllevan cuadros de cansancio, fatiga y problemas asociados a otras patologías como artralgia (dolor de articulaciones), artritis o VIH.

     

    Cuando una persona se contagia con estos tipos de hepatitis, se comienza un tratamiento con antivirales. La diferencia entre ellas es que, al igual que la hepatitis A, la de tipo B se puede prevenir con una vacuna, mientras que la única forma de eludir la hepatitis C es mediante cuidados con los lugares en que se hacen piercings, tatuajes y con la manipulación de objetos cortopunzantes.

     

    La Hepatitis B: No tiene cura. La buena noticia es que en general desaparece por si sola en 4 a 8 semanas. Más de nueve de cada diez personas adultas que se contagian con hepatitis B se recuperan por completo.

     

    La mayoría de las personas con infección crónica por hepatitis B pueden esperar vivir vidas prolongadas y saludables. Una vez que se le diagnostique hepatitis B crónica, el virus puede permanecer en su sangre e hígado para toda la vida.

     

    Hepatitis C: En los últimos 20 años el tratamiento de la hepatitis C ha progresado de una manera notable, de modo que ha pasado de ser una enfermedad no bien conocida y para la que no existía ningún tratamiento, a convertirse en la actualidad en una patología con una curación total de más del 50% de los casos.

     

    El virus de la hepatitis C es un virus de la familia de los flavivirus, constituido por una cadena de RNA.

     

    Existen algunas variantes de este virus, llamados genotipos, cuyo comportamiento puede ser algo diferente, especialmente en la respuesta al tratamiento antiviral. Se describen 6 genotipos mayores del virus C.

     

    La hepatitis aguda por virus C, difícil de detectar, se hace crónica en un 80-90% de los casos. Una vez establecida la hepatitis crónica, es muy rara la curación espontánea de la enfermedad.

     

    La velocidad en la evolución de esta enfermedad depende de las características de cada enfermo, de características del propio virus, y también de factores externos como la ingesta de alcohol, que acelera enormemente la progresión a cirrosis.

     

    ¿Cuáles son los síntomas habituales?

    • Ictericia.
    • Coluria.
    • Acolia.
    • Cansancio.
    • Malestar general.

    Pueden existir síntomas inespecíficos, como malestar general, cansancio o náuseas, pero en muy pocas ocasiones se desarrolla ictericia, es decir, pigmentación amarilla de la piel y las mucosas, que se acompaña de orinas de color oscuro y deposiciones blancas o amarillentas. Esta hepatitis aguda se cronifica en más del 80% de los casos. La hepatitis crónica por virus C también se caracteriza por producir muy pocos síntomas durante muchos años, por lo que lo más frecuente es que se diagnostique de forma casual, al realizar análisis por otros motivos.

     

    Cuando existen síntomas, los más frecuentes son cansancio y molestias leves en lado derecho del abdomen. Algunos enfermos pueden desarrollar síntomas relacionados con enfermedades asociadas a la infección por virus C, como manifestaciones cutáneas, articulares, síndrome seco, etc.

     

    Únicamente en fases avanzadas de la enfermedad, cuando se desarrolla una cirrosis hepática, aparecerán los síntomas propios de esta patología y sus complicaciones.

     

    ¿Cuáles son las causas?

     

    El virus de la hepatitis C se transmite fundamentalmente por lo que llamamos vía parenteral, es decir, a través de las transfusiones de sangre y hemoderivados (actualmente con una probabilidad mínima debido a las medidas de detección, pero muy frecuente antes de 1990) y de los pinchazos con material contaminado (tatuaje, piercing o las manipulaciones dentales antes de la introducción de buenas medidas higiénicas).

     

    Prevención

     

    Los bancos de sangre examinan todas las muestras para descartar la infección por el virus de la hepatitis C, por lo que el contagio se ha reducido enormemente en los últimos años.

     

    Evitar compartir jeringuillas y aplicar las medidas higiénicas razonables en todas las prácticas que impliquen contacto con sangre Desgraciadamente, no existe todavía una vacuna que prevenga la infección por el virus C.

     

    ¿Cómo se diagnostica?

     

    El dato que inicialmente lleva al diagnóstico es el aumento de los niveles en sangre de las transaminasas, enzimas que son liberadas a la sangre por la muerte celular producida por la inflamación del hígado. La elevación de las transaminasas puede ser muy importante en las hepatitis agudas, y es leve o moderada en las hepatitis crónicas. A partir de ahí, el diagnóstico se completa con otras determinaciones analíticas que, además, ayudarán a encontrar la causa de la hepatitis y a determinar su severidad y su pronóstico. Para el diagnóstico definitivo es necesario en muchos casos realizar una biopsia hepática.

     

    Tratamientos

     

    La infección de hepatitis C se trata con medicamentos antivirales destinados a eliminar el virus del cuerpo. El objetivo del tratamiento es que no se detecte ningún virus de la hepatitis C al menos 12 semanas después de completar el tratamiento. Recientemente, los investigadores han logrado avances significativos en el tratamiento de la hepatitis C mediante nuevos medicamentos antivirales de "acción directa", a veces en combinación con los ya existentes.

     

    La elección de los medicamentos y la duración del tratamiento dependen del genotipo de la hepatitis C, de la presencia de daño hepático existente, de otras afecciones y de los tratamientos previos.

     

    En los casos en que el tratamiento no es eficaz y la enfermedad evoluciona hacia el desarrollo de una cirrosis hepática y sus complicaciones, el único tratamiento posible es el trasplante de hígado.